Con más de 500 años a sus
espaldas, esta cerveza, muy popular en Alemania y fácil de conseguir
en la mayoría de países europeos, es una lager negra, con poca
espuma, beis y muy esponjosa, que se disipa rápido, hasta quedar una
capa casi transparente. Cuerpo de ligero a medio, marrón muy oscuro
con algún destello ambarino, casi opaca y con apenas burbuja. El
aroma, bastante intenso, es maltas dulces, caramelo y miel. En el
sabor se sigue manteniendo ese toque de miel contrarrestado por una
amargor de maltas tostadas, un lúpulo no excesivamente intento y
unos recuerdos a café y regaliz. El final es una transición de la
malta tostada al dulce de la miel y unas ligerísimas notas
metálicas. Poco alcohol, 4,8%.
Servir fría en jarra o vaso
ancho.
Precisamente nuestra cerveza de la semana. Si queréis averiguar algo más sobre su historia, os invitamos a visitar el post que le hemos dedicado:
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